Written by | Internacionales, Panamá

Actualmente asistimos a nivel global a una profunda crisis sistémica – estructural, la cual se expresa en prácticamente todas las esferas de las relaciones sociales. En los llamados países de centro la crisis económica se caracteriza por una creciente dificultad del proceso de acumulación de capital productivo, lo que ha llevado a un proceso de financiarización especulativa, que sistemáticamente genera crisis financieras que desestabilizan el sistema económico.

En el plano de las relaciones internacionales se presencia una pérdida de hegemonía por parte de Estados Unidos, vinculada a un claro ascenso como potencia mundial de la República Popular de China, así como por la aparición de nuevas formas de vinculación económica como el caso de los países del grupo de los BRICS.

En lo social se observa una creciente concentración de los ingresos y de exclusión social, mientras que en la esfera ideológica la idea de la magia del mercado y la globalización se resquebrajan frente a la realidad. La grave situación de crisis ambiental amenaza con destruir definitivamente las condiciones de vida de muchas especies, incluyendo la humana,

Por su parte el cambio civilizatorio, que podría dar lugar a un mundo con paz, democracia real, justicia social y pleno respeto a la naturaleza, no termina de nacer. Es en esta situación en que las palabras de Antonio Gramsci toman un claro sentido: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos».

En el centro de lo que algunos llaman Sistema Mundo, la presidencia de Trump y la ideología MAGA constituyen un verdadero monstruo que, en su intento de reconstruir la hegemonía global de Estados Unidos, está generando graves consecuencias para toda la humanidad. Desde el punto de vista económico la política de Trump tal como lo han reconocido prestigiosos economistas, tales como Paul Krugman y Joseph Stiglitz, está causando una grave crisis global de incertidumbre económica. Esto seguramente tendrá un alto costo tanto para la población norteamericana, como para la del todo el mundo. Más aún, sus relaciones con los capitales vinculados a la energía de carbón, que ha dado lugar a una política negacionista del calentamiento global, ponen en riesgo la vida en el planeta.

La política imperial, injerencista, expansionista y belicista de Trump – MAGA, representa, sin ninguna duda, un peligro global. Las recientes acciones del ejército norteamericano en Irán, muestran que la doctrina militar manejada por Trump es capaz de asumir como natural el riesgo de generar una escalada nuclear.

Panamá no solo está acechada por los monstruos externos. Tiene los suyos propios. En efecto el actual gobierno, que representa explícitamente los intereses de los sectores económicamente dominantes del país, se encuentra realizando una política de choque diseñada para recomponer y potenciar, a costa del bienestar de toda la población, las condiciones de acumulación de capital de la oligarquía local. Esta última junto al gobierno de turno, mantienen una actitud genuflexa, la cual ha comprometido la soberanía nacional, aceptando la presencia de bases militares extranjeras. En las condiciones actuales del belicismo norteamericano, las mismas convierten a nuestro país en un objetivo militar, esto es en un grave problema de seguridad para nuestra población.

Por otra parte, la resistencia social frente a la política de choque del actual gobierno, la que dio lugar a la aprobación de la Ley 462, así como frente a la entrega de la soberanía nacional, ha marcado un deterioro absoluto de la hegemonía por consenso de las clases económicamente dominantes. La respuesta del gobierno ha sido una cruel y cruenta represión contra el pueblo que protesta. Lo que ocurre es que el desarrollo de la política de choque y la entrega de la soberanía nacional, se procura ahora por la vía de la coerción directa contra la población. Asistimos, entonces, a una situación de ataque a los derechos humanos, autoritarismo y embestida directa a los principios democráticos.

Quienes seguimos soñando con un mundo mejor y un Panamá distinto, estamos obligados a actuar para exorcizar los monstruos externos e internos que nos amenazan. El antídoto es claro: promover la conciencia nacional y social; organizarnos; actuar con decisión en la lucha no violenta para construir una Nación soberana, democrática, con justicia social y pleno respeto a la Madre Tierra.

Por: Juan Jované. Economista. Catedrático de la Universidad de Panamá

Ilustración: Naoufal Lahlali

Last modified: 26/06/2025

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