11 de septiembre

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En un día como hoy, pero de 2001, se efectuó un ataque terrorista contra las Torres Gemelas de la ciudad de Nueva York. En día como hoy, en 1973, se dio un acto de terrorismo de Estado contra el gobierno constitucional de Chile, encabezado por Salvador Allende.

Este es el contexto del relato de Eduardo Galeano, que titula Día contra el terrorismo:

Se busca a los secuestradores de países.

Se busca a los estranguladores de salarios y a los exterminadores de empleos.

Se busca a los violadores de la tierra, a los envenenadores del agua y a los ladrones del aire.

Se busca a los traficantes del miedo.”

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…no se olvida.

Me refiero al 11 de septiembre de 1973, cuando el bombardeo al Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, que terminó, violentamente, con la experiencia socialista del presidente constitucional Salvador Allende. Más que la Revolución Cubana, lo que daba miedo era el socialismo por la vía democrática. Era y es un pésimo ejemplo. Tan siquiera buscar un manejo independiente y soberano de nuestros recursos es una herejía para la doctrina neoliberal.

Desde el mismo día del ascenso de Allende, el 4 de septiembre de 1970, el Departamento de Estado, de la mano de Henry Kissinger, operó para derrocar a la Unidad Popular, proceso que culminó con el golpe de Estado –verdadera acción de terrorismo de Estado— de Augusto Pinochet. Miles de torturados, asesinados y desparecidos, y la implantación, a sangre y fuego, del modelo neoliberal, y en el que Chile sirvió de laboratorio. Un modelo excluyente y expoliador del trabajo y recursos, en beneficio del gran capital.

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“Enero de 1959. Con la preocupación de la campaña presidencial, ni Salvador ni sus partidarios comprendieron que en el Caribe estaba gestándose un huracán que remecería las fundaciones de la izquierda latinoamericana”.

Así comienza el capítulo: Ecos tropicales, del libro: Salvador Allende. Una época en blanco y negro (El País/Aguilar. Argentina. 1998), que es una profusa biografía del médico y político socialista , que debo al amigo Domingo Cadín, en aquel tiempo estudiante y preso político, que llegaría a México exiliado, al que llamo chilemex.

En ese mismo mes de enero de 1959, llega a Cuba, donde conoce al Che Guevara, en el Cuartel de la Cabaña, con un ataque de asma: “Mire, Allende, yo sé perfectamente quién es usted. Yo le oí en la campaña presidencial del ’52 dos discursos, uno muy bueno y uno muy malo. Así que conversemos con confianza, porque yo tengo una opinión muy clara de quién es usted”.

Más tarde, le regalará su libro: Guerra de guerrillas, con la siguiente dedicatoria: “A Salvador Allende, que por otros medios trata de obtener lo mismo. Afectuosamente Che”.

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“¿Qué queda de Allende ya muerto, ‘ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma’, en el decir de Borges?” Es la pregunta con la se abre el último capítulo: In Memoriam, del mismo libro.

Una de tantas respuestas, la adelanta él mismo en su último mensaje por radio, que escuché por Radio UNAM, ese 11 de septiembre de 1973: “Mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir un mundo mejor”.

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Eduardo Galeano cuenta la historia de un pueblo que no tenía nombre. Alguien, que un día recorría una sierra por el norte de México, se encontró un pequeño libro que hablaba de un personaje del que nunca había oído hablar. Lo leyó y cuando regresó, dijo: “Ya tenemos nombre”. Y leyó para todos. Desde entonces, el lugar de llama Salvador Allende.

Por: José Luis Avendaño C.

Fuente: ALAI.ORG

Last modified: 11/09/2019

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