Panamá. La cultura, sin agenda

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La noción de desarrollo cultural se formuló, explícitamente, por primera vez, en ocasión de la “Conferencia internacional sobre los aspectos institucionales, administrativos y financieros de las políticas culturales”, organizada por la Unesco en Venecia en 1970. El propósito de la conferencia era ampliar y corregir una concepción demasiado economista del desarrollo.

En los años 60 se pone en duda el desarrollo concebido solo en términos económicos y nacen nuevas concepciones como ecodesarrollo, desarrollo endógeno y también desarrollo autocentrado en las relaciones sociales, la cultura y las instituciones políticas de la colectividad. Empieza la preocupación de si los Estados-Nación pueden orientar su desarrollo regional y local desde un punto de vista cultural-histórico.

El filósofo Mario Bunge había aconsejado que un modelo de desarrollo exclusivamente económico y político era un error costosísimo. Bunge sostenía que una nación es un sistema compuesto de tres subsistemas entrelazados entre sí: económico, cultural y político. Apostaba por un modelo de desarrollo integral que combinaba un modelo biológico, económico, cultural, político e integral.
Una concepción integral de desarrollo combina todos los modelos, porque la sociedad es un sistema donde la salud de uno depende de la salud de los demás. En consecuencia, el progreso auténtico y sostenido es integral.

La sociedad humana no es ni un bloque macizo ni un mero conjunto de individuos, sino un sistema complejo, asegura Bunge.

La cultura es un componente clave para el desarrollo de un país. Sin cultura –esto es la ciencia, la técnica, las ciencias sociales (las humanidades) y las artes-, cualquier modelo de desarrollo está condenado al fracaso.

Un plan de desarrollo, para contener una estrategia sostenible, debe ser integral, aunque la elección de ese modelo sea una decisión política de determinado partido político. El problema es cuando la ideología se inclina solo por la economía.

Las preguntas de cada cinco años: ¿estarán los candidatos de 2019 dispuestos a apostar por la cultura y la educación, o quedará fuera de sus agendas? ¿Escucharemos programas ambiciosos que solo quedan en promesas incumplidas? ¿Tocará seguir soñando el país ideal?

Por: Carlos Fong
Gráfico: Doddy Iswahyudi

Last modified: 02/11/2018

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