Próxima estación, el verano…

Written by | Panamá

(Jorge) Ahora que llegamos a enero, pongámonos un poco estacionales Cebaldo. Cuéntame, ¿cómo  fue el hechizo del verano en tu infancia?

(Cebaldo)  Te digo: es memoria sabrosa de ríos, frutas, amigos, pesca, danzas y terapias  para el cuerpo y el alma. En los primeros años de mi vida, cada verano y  en especial en enero, me sometían a una terapia intensa de baños medicinales. Inagui Obet, les llamamos en dulegaya. Eran baños con flores, cortezas de árboles, plantas aromáticas, piedras de río especialmente seleccionadas. Yo tenia el privilegio de que mi médico-botánico personal era mi abuelito paterno, Federico De León, soldado él de los días fundacionales y dramáticos de la Revolución Dule de 1925.

Durante un mes, sin salir de su casa, me sometía a una terapia de baños, cantos y cuentos. Y como dieta, ¡únicamente peces del mar de Ustupu! Eran parte de la cura o terapia además de los baños, las voces de mis abuelitos y de mis tías, que me contaban y cantaban historias.

“Eran baños con flores, cortezas de árboles, plantas aromáticas….”  Ilustración de Ani Ventocilla King

“Eran baños con flores, cortezas de árboles, plantas aromáticas….” 
Ilustración de Ani Ventocilla King

Empezaba el verano y las escuelas cerradas y las vacaciones completamente abiertas. Y las horas las comandaban no la campana de la escuelita o el reloj del maestro sino el sol, la luna y las voces de las abuelas o de las madres. Las maestras y los maestros de otras gramáticas se iban, porque también necesitaban descansar.

Años después, cuando fui a estudiar en la ciudad capital de Panamá, el ritual fue a la inversa: en enero preparaba mis mochilas para el regreso a la aldea. Estudiantes y ciudadanos urbanos regresábamos a casa, donde la luna de la isla era diferente, más grande, más luminosa, por lo menos eso me parecía. Al igual que el sol, que a las seis y treinta de la tarde se escondía como un cómplice, invitando a otras liturgias más paganas.

Mi isla no tenía luz eléctrica. Era la luna en sus días de ojos mayores la que iluminaba. O eran las estrellas y sus pestañeos amorosos quienes nos guiaban; lo mismo que el sonido del mar… Así recuerdo mis veranos de infancia y juventud.

(Jorge) Mis veranos de esos años transcurrieron en Barranco, ese peculiar y bohemio distrito que reposa frente al mar, al sur de Lima. Y siempre fueron esos veranos en esencia, una fiesta. Primero porque arrancaban también como los tuyos con las vacaciones escolares y las navidades. Y porque era el tiempo de ir a la playa. Bajábamos no más, toalla al hombro, por uno de los senderos del malecón a tres cuadras de mi casa. Y abajo nos esperaba el mar Pacífico, los amigos y amigas, el paletero vendedor de helados de la D’Onofrio y mil otras cosas más, invaluables y gratuitas. Y teníamos tiempo, mucho tiempo maestro. En esa época todos los días parecían sábados.

¿Y cómo son tus veranos ahora, ya mayorcito? 

(Cebaldo) Un día cambié de continente y de estaciones, de cielos, de mares y de ríos.  Y ya no eran enero o febrero los meses de descanso.  Hoy en día para mí el verano es sobre todo agosto. ¡Bendito agosto! 

Verano y los viajes por otras aldeas, en tren o en bus. El ritual de dejar las ropas de invierno, ¡qué alivio! Los baños en el mar, a pesar del frío de las aguas del norte. Las comidas en el bosque, el campamento con mis niñas. Y el sol saliendo a las cinco de la mañana y ocultándose a las nueve de la noche… ¡Qué largos son los días de mis nuevos veranos!

Y fue en uno de estos veranos, en un lejano agosto, que en una de las ciudades más bellas del mundo, blanca de tanta luz – Lisboa –, Alice y yo intercambiamos anillos, miradas, besos y caminos. Y ambos seguimos naciendo y renaciendo cada agosto.

Dicen los aldeanos de estas tierras portuguesas que agosto es el mes de las aguas. En las fuentes, en ríos, y sobre todo en el mar, pueda que el agua esté bendita. Hay días en agosto que el agua está así, y hay que bañarse en ella porque está llena de virtudes y magias. Cura enfermedades, da belleza, ayuda en el amor, espanta a los malos espíritus. Me acuerdo ahora del we tripantu, el rito mapuche de la purificación, el año nuevo mapuche, “el nuevo sol que regresa.”

“En las fuentes, en ríos, y sobre todo en el mar, pueda que el agua esté bendita…” Ilustración de Ani Ventocilla King

“En las fuentes, en ríos, y sobre todo en el mar, pueda que el agua esté bendita…”
Ilustración de Ani Ventocilla King

(Jorge) Viviendo en el trópico uno aprende que el elemento que rige el cambio de estaciones es la lluvia. Poco a poco disminuye en intensidad la precipitación pluvial en diciembre, hasta que en cuestión de unos días “entra el viento norte” y ya, queda decretado el verano.

Con unos 10 grados centígrados más en la temperatura  – la diferencia entre el promedio en Lima y en ciudad de Panamá a fines de año –  y tras varias décadas más en el calendario, la sensación que me envuelve al inicio del verano es hoy muy similar a cuando la infancia. Enero sigue siendo uno de mis meses favoritos. Y es que todavía hay humedad en la tierra, pero la luz es otra, distinta, más intensa.

Es el mes cuando los mangos y los aguacates (paltas) están en flor, los atardeceres se alargan y se embellecen. Reptiles como iguanas y tortugas acuáticas empiezan a escarbar nidos para depositar sus huevos, que eclosionarán con las primeras lluvias. Y se van los pericos hacia los manglares porque es su tiempo de reproducción…

Me disculparás Cebaldito, que siempre esté metiendo a los bichos en el diálogo, pero sabes bien que la zoología no se me quita así no más. Y cada quien baila un poco a su manera el cambio de estaciones.

Bienvenido verano, trae a nosotros tu reino.


En las pasadas fiestas de fin de año, todos los cómplices de la    Luna Llena    nos encontramos por primera vez en Panamá. Desde la izquierda: Cebaldo De León (…quien reside en Portugal), Inayaili de León (Londres), Jorge Ventocilla (Panamá) y Ani Ventocilla (New York).

En las pasadas fiestas de fin de año, todos los cómplices de la Luna Llena nos encontramos por primera vez en Panamá. Desde la izquierda: Cebaldo De León (…quien reside en Portugal), Inayaili de León (Londres), Jorge Ventocilla (Panamá) y Ani Ventocilla (New York).

Enero 2020

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Cebaldo Inawinapi y Jorge Ventocilla

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Last modified: 14/01/2020

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