Desde Abya Yala hasta Mamá África

Written by | Feminismo, Internacionales

Para que existan naciones enriquecidas, necesariamente, otras deben ser explotadas, saqueadas, usadas, consumidas. Así lo sostienen las teorías poscoloniales y transnacionales. Este es el caso de los territorios y pueblos situados en el llamado Sur Global. Territorios que funcionan como “enclaves coloniales” -como explicaba Berta Cáceres. Dispositivos imperiales al servicio del saqueo de los bienes comunes y la explotación de la fuerza de trabajo. Pueblos que tienen diferentes historias y procesos pero que cuentan con los mismos entramados de opresión y raíces coloniales. En palabras de Francia Marquez,  el arraigo de las comunidades afro con sus territorios en Abya Yala es, también, una forma de mantener conexión con su territorio ancestral, con “Mamá África”. 

– Ilustración de Ximena Astudillo

Cruzar las experiencias de las Defensoras de los territorios del Abya Yala con Mamá Africa es todo un desafío y no es nuestra intención forzar relaciones entre los procesos históricos y las resistencias de los pueblos. Sin embargo, al evidenciar la continuidad de modelos coloniales en los territorios de defensa enunciamos una realidad y la posibilidad de globalizar las luchas. Como nos dijo nuestra entrevistada de Mozambique, Teresa Boa: “Con este diálogo, me gustaría conocer mujeres campesinas de otros países y continentes para intercambiar experiencias y saber cómo hacen su trabajo en la defensa de los territorios”.

Tomamos esta entrevista como un punto de partida y un desafío para la continuidad de nuestra labor periodística, se trata de un primer acercamiento desde la perspectiva de la entrevistada. No queremos mirar ni leer el contexto africano desde una perspectiva latinoamericana, tampoco desconocer el trabajo de diversos grupos y colectivos que acompañan e investigan hace años la temática. Pero sí nos animamos a ampliar la mirada, salir del confort que tiene sus conceptos y perspectivas establecidas, para pensar qué pasa en otros territorios.

Llegamos a Teresa a través de las compañeras de la Marcha Mundial de las Mujeres, un movimiento transnacional que incluye diferentes colectivos y organizaciones feministas. Las compañeras nos anticiparon la falta de acceso a derechos básicos que dificultan a las campesinas la posibilidad de comunicar su realidad. Pero no sólo eso, en Mozambique, al igual que en otros países ubicados al sureste de África la situación humanitaria, es decir, las amenazas en términos sociales, ambientales y de conflictos armados, están latentes. Tan sólo durante los últimos 18 meses acontecieron seis golpes de Estado en el continente.

Según el informe 2021/2022 de Amninstía Internacional sobre la situación de derechos humanos en el mundo, particularmente en Mozambique crece el número de víctimas por violaciones a los derechos humanos y crímenes de guerra. Por otra parte, el incremento de desplazamientos forzados que impide a más de 3 mil personas permanecer en sus territorios. Desde 2017 la provincia de Cabo Delgado, al norte del país, se encuentra en crisis humanitaria producto del conflicto armado que deja a la población en medio de la violencia entre la organización armada Al Shabaab que arrasa viviendas, familias, asesinando personas y secuestrando mujeres, niños y niñas, víctimas además, de la violencia sexual. Las fuerzas mozambiqueñas desplegadas por el gobierno de Filipe Jacinto Nyusi atentaron contra quienes debieron proteger y los agentes militares privados contratados para intervenir en el conflicto como fuerzas de reacción rápida dispararon indiscriminadamente y ocasionaron más víctimas. A este escenario se suma la represión a manifestaciones públicas de protesta social, el hostigamiento a activistas de la sociedad civil y la persecución a periodistas. 

– Foto de Luis Godinho

Mozambique cuenta con una población mayoritariamente rural que subsiste por la organización en comunidad y la producción de sus propios alimentos. Allí las Defensoras, nos cuenta Teresa, son conocidas como “Paralegais comunitarias”. Son quienes acompañan a su comunidad en asesoramiento legal y jurídico de forma voluntaria. Teresa tiene esa tarea en su aldea, una comunidad ubicada a unos 100 kilómetros de la ciudad capital, Maputo. Particularmente acompaña y asesora en lo que respecta al cumplimiento de la Ley de Tierras. Acompañar y exigir el cumpliento de una ley de tierras en un país donde el modelo productivo avanza de manera desproporcionada en la extracción de gas y rubíes no es una tarea fácil. Sin embargo, Teresa la asume con mucho compromiso y no sólo eso, también se toma el tiempo necesario para comunicar y compartirnos su experiencia.

–  ¿Cuál es su experiencia de lucha? ¿Cuáles son sus principales tareas y cómo se organizan en su comunidad o territorio?

–  Soy una paralegal de la ley de tierras en mi país. Una persona paralegal es aquella que moviliza a las comunidades para enseñarle sus derechos, por ejemplo, cuando se les quita la tierra a las mujeres rurales, cuando se les usurpa la tierra a las mujeres, tengo que hacerles entender, mostrarles lo que está pasando. Y este es mi trabajo, enseñarles a las mujeres la ley que las defiende, la 19/1997, la ley de tierras, y decirles donde deben presentar sus problemas para que puedan recuperar sus tierras. Ahora me dedico a eso y trabajo en cooperación con otras asociaciones, articulando en el Foro de Mujeres Rurales a nivel de todo el país. 

Ley de Tierras

La primera Constitución de Mozambique creada en el año 1975 fue ejemplar en términos de acceso, uso y disfrute de la tierra y bienes comunes declarados como propiedad del Estado. En ese marco constitucional se eliminaron los derechos propiedad de la tierra ajenos a la propiedad pública, tras la nacionalización de las tierras agrarias. 

Con la creación de la Constitución de la República de Mozambique en 1990, se habilitaron las condiciones para una nueva política de tierras en la que se reconoce de manera expresa la propiedad privada. Sin embargo, algunos de sus puntos centrales continúan señalando la titularidad/propiedad del Estado sobre la tierra. Allí, los derechos de las personas se materializan en poderes reconocidos como derecho de uso y disfrute de la tierra. La tierra es para las personas que la trabajan o usan, de manera que no se permite que sirva como un medio económico. De esta manera, la propiedad de la tierra, como derecho real, es posible en el ámbito del derecho privado siempre que se refiera al derecho de uso y disfrute de la tierra (art. 47, nro 2).

Ahora tenemos problemas con la erosión de la tierra; el cambio climático, y tenemos que movilizar a nuestras comunidades para que sean conscientes de estos problemas, de lo que están haciendo con nuestra tierra y bienes naturales, con este problema del cambio climático la situación es muy hostil y se ha afectado nuestra vida cotidiana, tenemos que atenernos a las épocas de lluvia para poder sembrar.

Nos organizamos a nivel nacional a través de asociaciones, foros de mujeres, y también a través de la educación de las niñas sobre la violencia por razones de género en las escuelas. Todas estas luchas culminan con el trabajo que las mujeres han realizado en todo el país. Celebramos conferencias a nivel nacional para acordar estrategias y acciones comunes sobre lo que el gobierno aprueba y las mujeres mozambiqueñas no aceptan. Así que cuando no aceptamos, nos reunimos, discutimos y celebramos algunas conferencias para poder convocar a algunos miembros del gobierno y presentar nuestras preocupaciones.

Mozambique se emancipó de Portugal en el año 1975. El país sobrelleva un conflicto interno desde 1977 entre el Frente de Liberación de Mozambique y la Resistencia Nacional Mozambiqueña. Desde entonces, existen diversas tensiones y conflictos sociales, religiosos, políticos, económicos y ambientales que no son exentos a los procesos transnacionales ni al modelo extractivista global. Tan sólo entre 2017 y 2021 fueron asesinadas más de 2 mil personas y aproximadamente 700 mil fueron forzadas al desplazamiento.

–  Durante los últimos años la situación de Mozambique se volvió muy complicada por el avance del conflicto armado entre grupos extremistas y el gobierno y el avance sobre el territorio del modelo extractivo. ¿Qué significa ser trabajadora rural o campesina en ese contexto tan hostil?

–  La situación de conflicto en mi país es una realidad y empezó cuando el gobierno aprobó la explotación de minas en el río Rovuma para extraer gas, piedras preciosas y minerales, petróleo, gas entre otros recursos naturales. Esta situación ha creado conflictos porque hay otras personas, de otros países, que vienen y quieren llevarse nuestros minerales sin autorización y son graves. 

Aquí quienes sufrimos somos las mujeres y los niños y las niñas. Las mujeres pierden sus tierras, son desplazadas, viven en algunos lugares inciertos, están sufriendo, sin comida, sin nada y la guerra no terminó, continúa. Sobre todo para las comunidades que están ahí, en Cabo Delgado el centro del conflicto, están sufriendo mucho; aquí en el centro también, en Beira, en Manika y Beira, hay conflicto armado, pero la situación aquí por ahora se encuentra más o menos pacificada, porque lograron secuestrar al líder de la misma.

Varias multinacionales francesas como Total, Technip y EDF y estadounidenses como Anadarko se instalaron en la provincia de Cabo Delgado para explotar las reservas de gas. Estos proyectos son rechazados por las comunidades porque llegan acompañados de la presencia de empresas internacionales de seguridad privada, una mayor militarización, violencias por razones de género y el desplazamiento forzado de personas. Además, constituyen una grave amenaza ambiental: afectación de la zona costera y de la flora y fauna locales.

Esta situación tan compleja y violenta que, desde el gobierno tratan de tapar nuestra vista, tienen grupos que vienen de la Comunidad de Desarrollo de África Austral  (SADC por sus siglas en inglés), Australia, que enviaron contingentes militares para apoyar, desde entonces, cuando vinieron estos extranjeros a las cosas están mínimamente dirimidas pero sabemos que tienen intereses sobre el territorio y los recursos igualmente. Pero también se ha resuelto, porque algunos de los líderes huyeron, otros murieron a causa de la violencia armada y terrorista o porque otros se trasladaron a otras provincias. 

Entonces si bien esta es la situación actual, la guerra no ha terminado, pero lo estamos intentando y las mujeres estamos sobreviviendo. No sé cómo, porque hay mucha gente que está sufriendo a causa de estas guerras y de que tengamos estos conflictos pero esto claramente se debe a que el gobierno, cuando explota los minerales, no les da a las poblaciones una vida estable. Nuestro país es extremadamente pobre, pero está lleno de minerales.

El río Rovuma, tal como aún se lo conoce en Mozambique, es un largo cauce de África oriental que recorre la frontera entre Tanzania y Mozambique. Tiene una longitud de unos 800 km y tiene un caudal de 475 m 3/s en su desembocadura.

– Tras la pandemia por COVID 19 la situación de África fue totalmente invisibilizada en los otros continentes. Al día de hoy la distribución de las vacunas creadas para su erradicación es muy desigual en el mundo y, particularmente en África tan sólo un 11% de su población fue vacunada. ¿Cómo es la situación de Mozambique con respecto al acceso a la salud y, en particular, cómo afrontan desde su aldea el virus del COVID 19?

– Sobre la Covid-19, realmente tuvimos y tenemos esta epidemia sin que a nadie le importe. Pero, sin embargo, no llegó con tanta agresividad como en otros continentes, como Europa, y otros. Llegó, pero no hubo cifras muy alarmantes, pero para prevenirlo el gobierno tuvo el apoyo de otros gobiernos para enviar vacunas, aquí en Mozambique al menos ya nos hemos vacunado, ya estamos con la primera y segunda dosis, ahora quieren hacer la tercera, pero podríamos decir que hoy la situación de la covid está controlada. Hubo un momento, inicialmente, cuando llegó la covid, hubo una alarma roja, pero luego las cosas se normalizaron. Incluso el Presidente de la República anunció la apertura de todas las actividades porque la situación está controlada y estamos conscientes de la enfermedad, de que nadie debe vivir sin mascarillas, de que no debemos estar en espacios con aglomeración sin mascarillas. Nos estamos cuidando, sí, y también en los espacios en que realizamos nuestras conferencias, en nuestras comunidades, en nuestras asociaciones, movilizamos a nuestras comunidades sobre ello.

Esta entrevista hace parte de la serie  “Defensoras. La vida en el centro”, un trabajo conjunto de  Marcha Noticias y  Acción por la Biodiversidad, editado por Chirimbote, con apoyo de la Fundación Siemenpuu.

*La entrevista fue realizada por Camila Parodi en el año 2022.

Edición: Camila Parodi, Maru Waldhüter y Nadia Fink.

Ilustración: Ximena Astudillo

Fuente: biodiversidadla.org

Last modified: 04/05/2022

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