Cristianos bajo fuego: genocidios silenciados en Nigeria y Palestina

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El término genocidio es definido por la Convención sobre el Genocidio de las Naciones Unidas (1948) como actos “perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.

En estos momentos se comete un genocidio contra grupos cristianos en el país africano de Nigeria, el cual ha sido silenciado durante mucho tiempo. Estos actos criminales son cometidos por grupos extremistas y terroristas como Boko Haram, el Estado Islámico Provincia del África Occidental (ISWAP) y las milicias fulani.

Miles de iglesias cristianas y colegios han sido destruidos; han ocurrido múltiples secuestros, incluyendo sacerdotes católicos, además del mediático caso Chibok, el secuestro de 279 niñas en 2014 de un centro educativo, de las cuales 219 siguen desaparecidas. Estos grupos criminales se oponen al derecho de la educación de las mujeres.

Adultos, jóvenes y niños cristianos son obligados a convertirse a la fuerza al islam; son quemados vivos dentro de sus iglesias, otros son desmembrados, y se han registrado violaciones a mujeres. Cabe resaltar que los musulmanes también sufren violencia por parte de estos grupos fundamentalistas, al ser considerados “no seguidores correctos de la sharia”. No es una guerra civil.

Según estimaciones, en este país, el más poblado de África, desde principios de la década del 2000, el número de muertos oscila entre 13.000 y 60.000 nigerianos a causa de este conflicto.

En febrero de 2025, el congresista republicano estadounidense Scott Perry acusó a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) de financiar con 697 millones de dólares a grupos terroristas como ISIS, Al-Qaeda, Boko Haram y Daesh. Resulta sospechoso que Estados Unidos no haya intervenido directamente en este conflicto para llevar “paz” y el respeto de los “derechos humanos”, como suele presentarse ante la comunidad internacional.

Haciendo un paralelismo con esta situación, los cristianos también son atacados en otras regiones del mundo, como en la Franja de Gaza, donde los sionistas israelíes cometen crímenes contra la población civil. Desde octubre de 2023 han muerto 44 cristianos palestinos, y se han registrado bombardeos a iglesias como la Iglesia Católica Sagrada Familia y la Iglesia Ortodoxa Griega de San Porfirio, masacrando a cristianos y musulmanes desplazados que se encontraban refugiados allí.

También se ha denunciado la profanación de cementerios cristianos, la destrucción de cruces, el hostigamiento a clérigos, han escupido y maldecido a clérigos cristianos, daños a campos de olivo de habitantes cristianos y la aparición de mensajes de odio en las paredes.

El Comité Presidencial Superior para Asuntos de las Iglesias en Palestina, en un comunicado reciente, recordó el desplazamiento de 90.000 cristianos palestinos durante la Nakba y el cierre forzoso de unas 30 iglesias. También mencionó la masacre de 25 cristianos palestinos en el atentado contra el Hotel Semiramis en Jerusalén en 1948, perpetrado por el grupo paramilitar judío Haganá, así como la ejecución de 12 cristianos en la aldea de Eilabun, cerca de Nazaret, ese mismo año.

Ningún cristiano, ni persona de ninguna otra religión, debe ser perseguido, hostigado ni masacrado por su fe y menos por grupos farsantes como los sionistas israelíes o los fundamentalistas islámicos.

Hoy más que nunca, el silencio internacional ante estas atrocidades es una forma de complicidad. La defensa de la vida, la libertad de credo y la dignidad humana no pueden tener fronteras ni excepciones. Callar ante un genocidio, donde sea que ocurra, es renunciar a la humanidad misma.

Por: Dania Batista Guevara. Profesora de filosofía e historia, dirigente social e integrante del Colectivo Voces Ecológicas (COVEC)

Foto: Mahmoud Abu Hamda

Last modified: 08/10/2025

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