Balance 2017 sobre los transgénicos, biotecnologías y resistencias

Written by | Internacionales

Compartimos con ustedes un balance de lo acontecido en 2017 en temas relacionados con transgénicos, biotecnologías y resistencias.

Hay sin duda una nueva arremetida para la expansión de transgénicos en la región. Esta expansión se ha dado en términos de áreas cultivadas, nuevos eventos transgénicos propuestos, aprobados o por aprobar, y el intento de incluir nuevos países al exclusivo club de países productores de transgénicos. Esto responde a la crisis de las commodities, frente a a cual, las empresas biotecnológicas han optado por reorganizarse y salir fortalecidas de la crisis.

En un país donde se está apostando con fuerza a la agricultura transgénica es Bolivia. A más de los 1,2 millones de hectáreas con soja RR, se está evaluando la posibilidad de adoptar maíces transgénicos en algunas zonas tropicales y subtropicales del país, y se propone una apertura irrestricta a las exportaciones de algunas commodities agrícolas como la soja, caña, maíz y algodón.

En cuanto a la adopción de nuevos eventos transgénicos, la probada ineficiencia de los cultivos transgénicos, es enfrentada por las empresas biotecnológicas con el desarrollo de nuevas combinaciones transgénicas, y su imposición en los países productores. Estos nuevos transgénicos tienen múltiples resistencias a diversos herbicidas y toxinas Bt. Más de lo mismo, pero con mucho mayor poder contaminante.

Este año fue destacado el fracaso de los nuevos transgénicos resistentes al herbicida dicamba, de Monsanto. Al respecto, uno de los hechos más destacados fue la adopción de soja con resistencia al herbicida Dicamba, que constituye una nueva generación de transgénicos lanzados por las empresas biotecnológicas, como respuesta al grave problema que enfrentan los cultivos RR, ante el agudísimo problema de surgimiento masivo de malezas resistentes a múltiples herbicidas, pero sobre todo al glifosato. La industria responde a los problemas que surgen como resultado a una tecnología ineficiente, con más tecnología, solo que estas nuevas propuestas tecnológicas ya están empezando a fracasar.

En Estados Unidos miles de productores agrícolas enfrentaron millonarias pérdidas, pues el herbicida dicamba, ya que debido a la deriva, en algunos estados se han producido graves daños en cultivos aledaños a los fumigados. El problema es que la nueva formulación del herbicida es muy volátil, lo que hace que la deriva aumente y afecte a distintos tipos de cultivos más allá de las zonas de fumigación. Pero lo más escandaloso es que este nuevo paquete tecnológico (semillas transgénicas + herbicida dicamba) se aprobó burlando todo sistema regulatorio, pues Monsanto evitó que se hagan las pruebas de bioseguridad reglamentarias, “porque no eran necesarias” y el “producto necesitaba ponerse en manos de los productores” de manera rápida. Ninguna tecnología transgénica ha fracasado tan rápido.

Pero estos transgénicos defectuosos seguirán en el mercado, porque gran parte de las ganancias de las empresas está en la venta de herbicidas, más que de semillas, por eso el gran empeño de desarrollar nuevos tipos de transgénicos que deben ser usados con estos agrotóxicos. Y es así como se observan también cambios en las normativas de plaguicidas. En Costa Rica, este año las organizaciones sociales han dado un proceso de oposición a estas nuevas normas, y una de las estrategias usadas ha sido la declaratoria de “cantones libres de herbicidas”.

En Rosario, Argentina, la capital de la soja y de los transgénicos, el Consejo Municipal prohibió el glifosato debido a los efectos cancerígenos probados, pero debido a la presión de los “ruralistas” y de la industria, dos semanas mas tarde se dio un paso atrás, pero no se ha perdido la esperanza de que esta decisión se vuelva a reconsiderar. En otras regiones de ese país, se están expidiendo normas para ampliar la distancia mínima entre centros poblados y escuelas y las zonas de fumigación.

No es suficiente, pero es lo que la población organizado ha conseguido para mejorar sus condiciones de vida. Muy importante fue el triunfo de las maestras de pueblos fumigados, quienes bajo el lema “dejen de fumigar las escuelas”, ganaron una demanda contra tres personas por haber fumigado tres antes en una escuela rural de la provincia de Entre Ríos. Este es un precedente importante, pues el número de escuelas fumigadas en el país es muy grande. Sólo en la provincia de Santa Fe hay unas 700 escuelas fumigadas.

Por su parte, en California, este herbicida costa desde junio de este año, en la lista de productos que producen cáncer (Monsanto ha apelado contra esta medida).

En contraste, en la Unión Europea se renovó el permiso de uso del glifosato por cinco años más, gracias al voto de Alemania. Se especula que puede estar relacionado con la adquisición de la empresa Alemana Bayer a Monsanto, quien controla la venta del Roundup (herbicida basado en glifosato).

En este año se ha revelado también con fuerza el fracaso de la tecnología Bt. En varios países se ha tenido que abandonar las variedades Bt que contienen la toxina Cry1Ab porque ya no resulta eficiente para el control de las “plagas” que se quería combatir. Esto es un hecho por ejemplo en los campos de algodón de India y de maíz en Sud África. La respuesta desde la industria es producir nuevos transgénicos con otras toxinas Bt. No cabe duda que en pocos años, estas nuevas toxinas transgénicas se harán también ineficientes.

En el campo legislativo, este año estuvo marcado en varios países de América Latina por la adopción, y en otros por la fuerte presión de que se adopten nuevas leyes de semillas. El caso más dramático es el de Ecuador, donde se violó la condición de país “libre de semillas y cultivos transgénicos”, a través de un artículo de su nueva ley de semillas donde se admiten los transgénicos con fines de investigación. Las organizaciones sociales están demandando la constitucionalidad de esta normativa.

Otros países donde se están debaten nuevas leyes de semillas son Argentina, Honduras, Brasil, entre otros. El objetivo es incrementar el poder corporativo sobre la semilla, que es la base de la agricultura a través de endurecer las normas de propiedad intelectual y de registro y certificación de semillas y la privatización de la biodiversidad.

Este año se dio a conocer los llamados “Monsanto papers”. Son decenas de miles de páginas de documentos internos que la empresa tuvo que hacer públicas en el marco de una acción colectiva llevada a cabo en los Estados Unidos por 3.500 denunciantes.

El estudio de estos documentos muestra cómo algunas agencias reguladoras utilizan estudios secretos –y a veces sospechosos– de la industria para tomar sus decisiones. Revelan además como empresas biotecnológicas como Monsanto compraron científicos y revistas científicas para que produzcan y difundan información que sean favorables para sus intereses empresariales. Ese fue el caso por ejemplo de la serie de artículos, producidos inclusive pro agencias reguladoras que trataron de desacreditar las conclusiones a las que llegó la agencia de investigaciones del cáncer de la Organización Mundial de la Salud IARC, en relación a la relación entre el glifosato y el cáncer. Estos hechos causaron mucho malestar en el seno por ejemplo del Parlamento Europeo.

Mientras tanto, continua el proceso de fusión entre las grandes empresas biotecnológicas: Syngenta, comprada por Chem-China (con ventas conjuntas en 2016 de 12.700 millones de dólares); Bayer adquirió Monsanto (con 12.300 millones de dólares en ventas); y Dow se asoció con Dupont (7.500 millones de dólares en ventas, pero que luego de la venta de algunos activos por pedido de las leyes antimonopolio de la Unión Europea, estas se “reducen” a 6.100. ).

De concretarse la fusión Bayer – Monsanto, la nueva empresa controlaría el 35% del mercado global de semillas de maíz, el 28% de soja, el 70% de algodón y el 69% de las semillas transgénicas aprobadas en Estados Unidos de alfalfa, canola, maíz soja y algodón tolerantes a herbicidas.

Finalmente, este año hemos podido constatar como avanza con gran prisa la investigación en nuevas tecnologías moleculares como es CRISPR-Cas9, los impulsores genéticos, otras que combinan estas tecnologías con nanotecnologías…

Pero vemos también con optimismo como la agroecología y los mercados agroecológicos avanzan en la región.

Por: Red por una América Latina Libre de Transgénicos

Gráfico: Jean Gouders

Last modified: 28/12/2017

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