En el marco de la crisis política que atraviesa el país, ha sido evidente la vulneración de derechos de cientos de personas a lo largo y ancho del territorio nacional. Hemos visto en medios digitales el ensañamiento, persecución y detención de sindicalistas en huelga e indígenas que han estado en pie de lucha, desde sus comunidades.
Una gran cantidad de mujeres fueron víctimas de la violencia ejercida por la gendarmería, sin mediar el respeto a la dignidad de la población, especialmente indígena.
Las garantías ciudadanas se han visto pisoteadas e irrespetadas. Se reportan muchos casos de violencia sufridas por las mujeres, aunque no salgan en los medios de comunicación tradicionales, basta con revisar las redes sociales para indignarse de la crueldad ejercida.
En medio de esta situación crítica y represiva, ahora van contra el mecanismo para el adelanto de las mujeres, que tiene la obligación de velar y garantizar las políticas públicas para promover los derechos de la población femenina, en todos los niveles de la sociedad panameña.
Con ignorancia supina de lo que han sido, tanto los antecedentes como la evolución de las políticas públicas en favor de las mujeres, el ejecutivo ha dado un ultimátum al recién creado Ministerio de la Mujer, anunciando su cierre de categoría ministerial, cerrando el derecho a estar en el Consejo de Gabinete, mayoritariamente masculino y bajando su nivel a una secretaría de menor jerarquía en otra entidad.
Al parecer, archivaron el compromiso público de su campaña electoral con la Agenda de las Mujeres, firmado el 22 de marzo de 2024, teniendo al Tribunal Electoral y algunas agencias de Naciones Unidas, como testigos, entre otros u otras. Entre los acuerdos se establecía el fortalecimiento del Ministerio de la Mujer.
Independientemente de las valoraciones que podamos tener sobre cómo se ejecutan o no, las políticas destinadas a desarrollar las acciones para la igualdad de condiciones de las mujeres; y, sabiendo que quienes estén al frente responderán políticamente a los gobiernos de turno; este anuncio de cierre del Ministerio de la Mujer, aparece como un preámbulo al recorte de derechos conquistados por las panameñas.
Desde inicios del siglo XX, las mujeres istmeñas lucharon por la igualdad y la equidad de condiciones, tales como: la ley de coeducación de 1919, el derecho a ejercer profesiones que solo le eran permitidas a los hombres, el sufragio universal, la licencia de maternidad y un sinfín de logros que hoy están establecidos en un amplio marco legal nacional e internacional.
Panamá es signataria de Convenciones y Convenios vinculantes como la Convención Contra Todas las Formas de Discriminación de la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) promulgada el 18 de diciembre de 1979, en la Asamblea General de Naciones Unidas, entre otros instrumentos suscritos sin reservas.
Pareciera que encontraron el momento perfecto para distraer y diluir la atención de la actual crisis política buscando medidas anti derechos, complaciendo a quienes celebran una decisión que impulsaron en la pasada campaña electoral.
Sin embargo, se evidencia que no es una medida improvisada. El machismo y la misoginia están enquistados en las estructuras de poder del Estado. Parece indicar que no hay remordimiento de conciencia cuando se ha reprimido a mujeres indígenas de las comunidades que salieron a luchar. Mucho menos pareciera importar el impulso de políticas para la igualdad y el respeto a los derechos humanos de las personas.
Se percibe el interés en minimizar, invisibilizar y recortar las garantías de una instancia al más alto nivel del Estado, que les recuerde el papel fundamental de la mitad de la población, la que sufre los estragos de las políticas neoliberales, útiles para quienes aún no desvelan su obsoleta visera patriarcal.
Estas acciones de imponer el cierre de instituciones que deben velar por la mejora en la condición y situación de las personas tienen un hilo conductor a nivel mundial, enquistado en los poderes políticos y económicos que hoy
gozan de dirigir políticas de discriminación flagrantes, retrocediendo los derechos alcanzados por los movimientos sociales en todo el planeta.
Basta con dar una mirada al panorama internacional para cerciorarse de que, quienes llaman a impulsar estas mismas acciones tienen el mismo libreto político.
Por supuesto, no se les ocurre cerrar los despachos de las primeras damas. Todo lo contrario, es parte del statu quo y de preservar la visión del papel tradicional para las mujeres, el de acompañamiento, realizando acciones sociales que suplantan muchas veces a entidades que deben garantizar el bienestar social.
Sin duda alguna, las mujeres, junto a los movimientos sociales que luchan, tenemos que seguir planteando una mejor alternativa que se proponga construir un proyecto de país para dimensionar la igualdad de condiciones, con equidad y justicia social para que todas y todos logremos alcanzar una vida digna. Mientras eso no ocurra, seguiremos tambaleando con un Estado altamente conservador, que reduce todo al plano de la economía neoliberal y no al bienestar del conjunto de la sociedad.
Debemos seguir el ejemplo de nuestras antecesoras, quienes, desde las primeras décadas del siglo XX, no se quedaron calladas, todo lo contrario, gracias a sus voces críticas hoy contamos con muchos derechos y mecanismos institucionales, claves para el desarrollo y avance de la sociedad panameña.
Mientras tanto, cuando llegue la propuesta de eliminar la “Ley 375 de 8 de marzo de 2023 que crea el Ministerio de la Mujer”, a la Asamblea Nacional, las diputadas y los diputados tendrán la oportunidad de definir el lugar que quieren ocupar en la historia: ¿Igual que los legisladores de la década del 30 del siglo XX, que votaron contra el derecho al sufragio universal femenino? O, emulando a quienes realizaron la votación histórica que logró incorporar el pleno derecho de las mujeres a ejercer el voto y ser elegidas, sin restricción alguna, en la Constitución de 1946, luego de décadas de luchas.
Que se detenga la eliminación del mecanismo gubernamental de las mujeres y se haga justicia a las mujeres víctimas de la represión.
Por: Briseida Barrantes. Socióloga panameña.
Fotografía: Olmedo Carrasquilla Aguila
Last modified: 10/07/2025