Comarca Guna Yala, Sasardi Muladub, 22 de mayo de 2025
Señora Ministra:
Reciba un cordial saludo, junto con el respeto que merece su alta investidura. Me dirijo a usted en calidad de hijo de la Comarca Guna Yala, con el propósito de responder a sus recientes declaraciones, en las que cuestiona las decisiones adoptadas por nuestras autoridades de Gunayala.
Usted afirmó —cito textualmente sus palabras—: “Han tomado algunos caciques algunas decisiones que, siendo autoridades tradicionales que deben velar por sus habitantes, es muy doloroso que estén limitando a su gente de servicios de salud, educación, proyectos, porque tenemos montón de proyectos en todos los territorios indígenas… y luego agregas: “Llamamos a ese sentido de prioridades.”
Ante estas palabras, me veo en la obligación de responder con la firmeza que demanda la verdad de los hechos, pero siempre con el respeto que su cargo merece.
Contrario a lo que usted sostiene, no son nuestras autoridades quienes restringen el acceso a servicios fundamentales como la salud y la educación. La raíz de estas limitaciones reside en la negligencia y el desinterés del Estado. Actualmente Muchas escuelas y centros de salud en nuestra comarca permanecen abandonados, no por decisión de nuestros caciques, sino por una gestión pública marcada por la burocracia, el incumplimiento de promesas y la falta de voluntad política para impulsar transformaciones reales.
Son numerosos los proyectos paralizados, a pesar de los cuantiosos préstamos solicitados a los organismos internacionales por distintos gobiernos en nombre del desarrollo indígena. Con frecuencia, se nos utiliza como justificación para acceder a dichos recursos, pero rara vez vemos su aplicación efectiva en nuestras comunidades. Basta con mencionar el caso del centro de salud Inabaginya, en Sasardi Muladub, y de Tubualá. De Inabaginya cuya construcción continúa detenida. De Tubualá ni un ladrillo en su piso.
¿Dónde están los fondos asignados para estas obras?
Usted habla de un “montón de proyectos”, pero en realidad se trata de un montón de proyectos estancados, sin ejecución ni seguimiento. La falta de resultados tangibles no es consecuencia de una obstrucción por parte de nuestras autoridades, sino evidencia de un abandono de los gobernantes panameños.
Además, usted expresó sentir “dolor” por las decisiones tomadas por los caciques, particularmente en un contexto en que los pueblos indígenas continúan en pie de lucha. Permítame poner en duda la autenticidad de ese sentimiento.
Le recuerdo que usted visitó mi comunidad, Tubualá, tras el incendio ocurrido el pasado 26 de enero, que dejó a muchas familias sin hogar. Durante su visita, prometió soluciones habitacionales para las personas damnificadas. Han transcurrido ya cuatro meses desde aquel desastre y dicha promesa no ha sido cumplida. Por ello, me pregunto: ¿cuáles son, en verdad, sus prioridades con respecto a nuestras comunidades? Si realmente existieran prioridades y una voluntad genuina, las viviendas ya estarían construidas.
Lo más lamentable fue la ayuda humanitaria enviada por su gobierno: llegó una sola vez e incluía agua embotellada vencida, y que fue consumida por niños de la comunidad.
¿Cómo creer en la autenticidad de su dolor o de su preocupación por nuestra situación, cuando se permitió el envío de productos vencidos a personas que requerían ayuda sincera y urgente? Y le narró brevemente la situación descrita.
Mi pueblo no denunció los productos vencidos que recibió como parte de la ayuda humanitaria, porque el dolor y la necesidad pesaban más que la calidad de lo entregado. Se resignó en silencio, con el corazón herido, porque había depositado su esperanza en las promesas que usted pronunció durante aquel discurso en nuestro lugar sagrado, Onmagednega.
Ese día, todos abrigaron el sueño de que, en poco tiempo, tendrían un techo digno bajo el cual volver a reunir a sus hijos. Y al día siguiente apenas salía el sol, cada familia marcó un lote justo donde el fuego había devorado su casa, convencida de que usted cumpliría su palabra.
Pero los días pasaron, y nunca llegaron los materiales prometidos. Hoy, en esos mismos lotes que alguna vez fueron hogar, los niños improvisan pequeñas canchas de fútbol. Sin embargo, las abuelas aún conservan la esperanza. Le dicen a sus nietos, con voz suave pero firme, que ese terreno no es una cancha, sino el lugar donde —con la ayuda del gobierno— algún día volverá a levantarse su casa.
Y temo que esas esperanzas terminen colgadas únicamente en las redes sociales.
Esta experiencia reciente evidencia la contradicción entre sus palabras y las acciones concretas de su despacho. Y es una evidencia clara la falta de prioridad real en las políticas públicas hacia las comunidades indígenas.
La reconstrucción de las viviendas en Tubualá ha avanzado únicamente gracias al esfuerzo de las comunidades vecinas y del Congreso General Guna, sin apoyo alguno de los ministerios de su gobierno. Las promesas oficiales se redujeron a fotografías y discursos vacíos.
Por todo lo anterior, con la dignidad que caracteriza a nuestro pueblo, le exhorto a:
1. Cumplir con los compromisos asumidos con la comunidad de Tubualá, priorizando la atención a las familias damnificadas.
2. Garantizar la transparencia en el uso de los fondos provenientes de los préstamos solicitados en nombre de los pueblos indígenas.
3. Actuar con respeto y responsabilidad al referirse a nuestra realidad, evitando señalamientos infundados hacia nuestras autoridades tradicionales.
El pueblo Guna no claudicará en su lucha por justicia, dignidad y respeto. Ya no esperamos discursos: exigimos acciones concretas.
Atentamente,
Adarcilio Mendoza (Masar Mendoza)
Comunidad de Sasardi Muladub
Comarca Guna Yala


Last modified: 23/05/2025