Los extractivismos otra vez: los riesgos de una medicina mágica

Written by | Internacionales

El presidente de Perú, Martín Vizcarra, en su reciente mensaje a la nación dijo que el país tiene una gran riqueza bajo la tierra pero es pobre en la superficie. Resucitó de ese modo una viejísima metáfora del mendigo sobre un saco de oro (1), y desde allí volvió a defender a los extractivismos clásicos para enfrentar la crisis.

Aquella imagen tiene su origen a finales del siglo XIX, y aunque fue atribuida a Antonio Raimondi en realidad la popularizó César Cantú en su muy popular “Enciclopedia Universal” (2). En su esencia describe un territorio repleto de riquezas en recursos naturales que por distintos motivos no son aprovechados correctamente, y por ello persiste la pobreza.

Más de un siglo después, quien es presidente hoy en día se mantiene dentro de la metáfora, afirmando que la “industria minera y de hidrocarburos son una oportunidad para el desarrollo”, volviendo a poner en primer plano a los extractivismos como un remedio casi mágico para enfrentar la crisis del país. Señaló ocho proyectos que en total superan los 15 mil millones de dólares de inversión; el más grande es la explotación de cobre Quellaveco con una inversión de US$ 5 300 millones.

Vizcarra enseguida advirtió que “como hemos señalado muchas veces, este desarrollo no puede darse sin un compromiso social y ambientalmente responsables”, lo que sin duda es una buena intención.

Es entonces oportuno examinar por un lado, esa renovación de la apuesta a los extractivismos como una medicina milagrosa para curar la economía y otros males nacionales, y por el otro, estas intenciones de responsabilidades sociales y ambientales.

La medicina extractivista
Comenzando por el primer aspecto, tanto en la historia reciente como en los países vecinos, repetidamente se lanzan ambiciosos programas extractivistas para enfrentar una crisis. Entre los más recientes se pueden citar en la Venezuela de Nicolás Madura el llamado Arco Minero del Orinoco, que liberaliza decenas de emprendimientos en el sur del país y sobre todo vinculados a empresas chinas (3). O en la Argentina de Maurcio Macri el programa de apoyos y subsidios a las empresas petroleras (4). En cualquiera de esos casos se usaban más o menos las mismas metáforas, aunque la versión más popular se debe a Rafael Correa, quien mientras era presidente de Ecuador repetía que su país era un mendigo sentado sobre un saco de oro (5).

Como puede verse, esa receta extractivista se ensaya desde uno y otro extremo de las ideologías político partidarias. Coinciden en las metas pero difieren en los modos. Y en todos los casos, los más afectados son las comunidades locales, incluyendo pueblos indígenas tanto en el sur venezolano, en la Patagonia argentina y en sierras y selvas ecuatorianas. Ninguna de esas iniciativas ha funcionado. Tampoco en Perú.

Es más, lo que se sueña como una solución rápida, en realidad se convierte en un ingrediente que empeora más la situación. Esto ocurre debido a que los extractivismos acentúan problemas económicos, como sostener concesiones tributarias o financiar obras de infraestructura, pero también por profundizar la conflictividad ciudadana y los impactos sociales y ambientales locales.

La debilidad ambiental
El presidente aludió a un balance entre ese tipo de actividades con un “compromiso” ambiental y social. Más o menos el mismo discurso es ahora incluso presentado por las corporaciones mineras o petroleras, y por ello es indispensable evaluar las medidas concretas del gobierno para lidiar con todos los impactos. Pero en el mensaje de Vizcarra no hay muchas novedades.

Se anuncia por ejemplo, una “formalización” de la minería informal e ilegal por medio de un carné de identificación. Pero tener una tarjeta plástica no implica necesariamente que dejarán de talar el bosque o ya no se derramará más mercurio en las aguas amazónicas. Otros temas urgentes quedaron sin respuesta adecuada, tales como la maraña de subsidios y ayudas económicas que recibe la minería, o la repetida persistencia de flexibilizar los controles sociales o ambientales, ni que decir sobre las alertas ante la nueva ley de hidrocarburos que se analiza.

La sección ambiental del discurso presidencial tampoco ofrece medidas ambientales que aseguren esa prometida “responsabilidad” social y ambiental con los extractivismos. El presidente subrayó, en cambio, la ley de cambio climático y atacó el uso de bolsas de plástico. Cualquiera de las dos ideas son positivas, pero ninguna de ellas implica lidiar con los grandes problemas ambientales que originan los extractivismos (6). Es más, no se abordan los repetidos reclamos para superar las debilidades en la aplicación de leyes y decretos, ni la necesidad de contar con una gestión ambiental efectiva.

Así como el discurso presidencial tuvo la valentía de abordar el problema del género y los feminicidios, podría haberse esperado que hiciera algo similar con la cuestión ambiental. Muchos aplaudiríamos un sinceramiento en reconocer que la condición ecológica del país es grave y en proponer medidas de fondo y efectivas. Pero esto no ocurrió. No hay otra conclusión posible: el discurso presidencial anuncia que la brecha que existe entre la promoción de los extractivismos y las políticas ambientales aumentará todavía más.

No faltará quien quede empantanado en la ingenuidad de asumir que el manejo de las bolsas plásticas, por ejemplo en tiendas o supermercados, sea una medida efectiva para lidiar, por ejemplo, con la remoción de centenas de millones de toneladas de roca para a su vez exportar decenas de millones de toneladas de mineral. Obviamente es una interpretación equivocada, ya que la suerte del plástico no resuelve la explotación minera en las sierras ni los pozos petroleros en la Amazonia. Pero esas confusiones cumplen un papel político porque permiten que sigan operando los enclaves extractivistas mientras en las ciudades se discute sobre el plástico – algo que saben muy bien empresarios y políticos.

Cuando el remedio puede agravar la crisis
Es necesario recuperar la cordura y rigurosidad. Ningún país latinoamericano está asentado sobre una infinita riqueza en recursos, y aquel sueño del siglo XIX ya no es posible, entre otras cosas por siglos de depredación sobre ese patrimonio natural.

La creencia en que los extractivismos serían una medicina milagrosa que promovería un empuje económico que aliviaría los problemas nacionales, olvida que esa misma crisis política y jurídica debilita los mecanismos y espacios para manejarlos apropiada y democráticamente. Incluso pueden convertirse en un ingrediente más que empeora la situación, como puede verse en varios países vecinos.

Siguen siendo indispensable promover medidas enérgicas que impidan que la adicción a exportar materias primas que socavan la soberanía nacional, desarticulan economías regionales o destruyen el patrimonio natural. Es, en su esencia, un debate político y cultural.

Notas:

(1) El mensaje presidencial completo está disponible en https://www.presidencia. gob.pe/

(2) Bonfiglio, G. Antonio Raimondi. El mensaje vigente. Universidad de Lima y Banco de Crédito, Lima, 2004.

(3) Un resumen de la situación en: Explotación, deforestación y muerte en el Arco Minero de Venezuela, Mongabay Latam, 14 febrero 2018, https://es.mongabay.com/ 2018/02/arco-minero-de- venezuela/

(4) Un ejemplo para el yacimiento de Vaca Muerta en: Criminalización y contaminación en Vaca Muerta, A. Arredondo, Página 12, B. Aires, 2 octubre 2017, https://www.pagina12. com.ar/66560-criminalizacion- y-contaminacion-en-vaca-muerta

(5) Correa: Ecuador tendría la segunda mina de cobre más grande del mundo, El Telégrafo, Quito, 10 diciembre 2011, https://www.eltelegrafo. com.ec/noticias/actualidad/1/ correa-ecuador-tendria-la- segunda-mina-de-cobre-mas- grande-del-mundo

(6) Un muy oportuno análisis de los componentes ambientales del mensaje presidencial, en parte complementarios a esta nota, los compartió Mariano Castro en: Ambiente sin corrupción y sin contaminación, La Mula, Lima, 29 julio 2018, https://marianocastro. lamula.pe/2018/07/28/ambiente- sin-corrupcion-y-sin- contaminacion/marianocastrosm/


Por: Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). Una primera versión de este artículo se publicó en el portal Wayka de Perú. Twitter: @EGudynas

Foto: www.wayka.pe

Last modified: 04/08/2018

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