La resistencia municipal feminista en el Paro Nacional de Colombia

Written by | Colombia, Internacionales, Suramérica

Tras un mes de continuas movilizaciones en Colombia, las mujeres han sido las protagonistas a la hora de tomarse los espacios públicos. En Funza y Mosquera, dos municipios de la sabana de occidente en Cundinamarca, varias feministas autoconvocadas han asistido a las manifestaciones. Insisten en que sus exigencias deben ser tenidas en cuenta por los Comités de Paro local y nacional.

Cuando Colombia se enteró del caso de una joven de 17 años que fue violentada sexualmente por cuatro agentes del Esmad en Popayán, y luego se suicidó, la indignación llegó a todos los rincones del país. A unos kilómetros de Bogotá, en Mosquera y Funza, Cundinamarca, varias mujeres feministas se juntaron para solidarizarse con Allison. Sabían que frente a un hecho tan barbárico el silencio no era una opción.

De manera esporádica lograron reunir a varias integrantes de distintas colectivas. También, a mujeres que sin pertenecer a un grupo u organización, estaban dispuestas a manifestar su digna rabia, como ya venían haciéndolo desde el 28 de abril, cuando empezó el Paro Nacional.

El 14 de mayo, el grupo de mujeres se fue hasta el parque de Funza, donde hicieron un performance contra la violencia sexual cometida por integrantes de la Policía Nacional en las actuales protestas.

Juntas, frente a la iglesia del pueblo y con una tela negra en la que se lee ‘Por nuestros muertos toda una vida de combate’, con capuchas y pancartas cantaron en una sola voz: “Policías y paramilitares, la misma mierda son. Violan mujeres y dicen que no”. Después estuvieron en la estación de Policía de Funza, donde arengaron, pintaron las paredes y el suelo y se tomaron la palabra.

“Les queríamos decir a las personas lo que está pasando, que no es solo el Paro:están violando y abusando de las mujeres. Nuestros cuerpos no pueden seguir usándose como cuerpos de guerra o espacios de lucha”, le dijo a PACIFISTA! una de las mujeres que hizo parte de este y otros actos en los municipios, y a quien conocimos en una de las asambleas populares de Funza y Mosquera.

De acuerdo con el último comunicado de Temblores ONG, entre el 28 de abril y el 18 de mayo se han registrado 27 casos de agresiones basadas en género, de los cuales 21 son de violencia sexual, cometidos por la Fuerza Pública. En Cundinamarca se han registrado cinco hechos: dos en Facatativá y tres en Soacha. En Mosquera, Funza y Madrid, donde la movilización ha sido activa y agitada, la ONG no ha registrado ningún caso.

Esto no quiere decir que no se hayan cometido, pues el subregistro de este tipo de violencias suele ser alto; quienes las afrontan no pueden o no quieren denunciar, por las implicaciones y revictimización que supone hacerlo. En últimas, conocemos tan solo 27 de un sinnúmero de violencias de género ejercidas, al parecer, por la Policía Nacional.

Las cifras de la Defensoría del Pueblo son aún más aterradoras: entre el 28 de abril y el 14 de mayo la entidad conoció 87 reportes de violencia de género en contra de mujeres o personas con expresión de género y orientación sexual diversa. Los casos incluyen violencia sexual como tocamientos y amenazas. También, cachetadas, tortura física y psicológica.

Sobre estos hechos, PACIFISTA! habló con Linda Cabrera, coordinadora de la Corporación Sisma Mujer. Nos explicó que en el marco de la protesta, estas agresiones “tienen que ver con que la Fuerza pública está usando este tipo de violencia como forma de control del orden público. (…) El mensaje es desincentivar a las mujeres jóvenes que están pensando salir a las calles, al 50% de la población que está viendo eso y que sabe que para que pueda ocurrirle, solo basta ser mujer y salir a marchar”.

Sin la fuerza de las mujeres y feministas, el Paro se cae

Para Jazmín Moreno, una joven feminista y estudiante de psicología, es importante que el movimiento feminista se esté articulando en Funza y en Mosquera, en especial ahora, en el contexto de Paro Nacional. “Hay que romper la jerarquía del movimiento y resistir en la periferia, juntarnos como mujeres y acabar ese mito de que somos enemigas, de que tenemos que estar compitiendo. Sobre todo en el pueblo”, le contó a PACIFISTA!

Por eso, para ella es poderoso que, a pesar de las agresiones que afrontan las mujeres a manos de la Policía Nacional, las manifestantes siguen movilizándose. En la sabana de occidente han respondido con marchas, plantones y tomas culturales.

En el marco de las movilizaciones, que ya casi cumplen un mes, ese performance frente a la iglesia de Funza no fue el primer encuentro feminista que ocurrió en los municipios. El 4 de mayo, cuando se empezaron a denunciar casos de violencia sexual cometidos en medio de la protesta, se encontraron en la estación de Policía de Mosquera. Hicieron una pinta y escribieron: ‘Cundinamarca antiuribista y antipatriarcal’, porque insisten en que el estallido social que vive el país no va sin las mujeres.

Después se reunieron para bordar, tejer y construir una manta para nombrar a todas las personas que han sido asesinadas en las jornadas de movilización, la mayoría, al parecer, a manos de la Fuerza Pública.

“Hay que abrir más espacios de reflexión, denuncia y reivindicación aparte de la movilización social. Espacios en los que las mujeres nos sintamos seguras y que incluyan nuestros saberes y oficios”, agregó una de ellas. En la misma línea, Jazmín sostuvo que en el marco del Paro hay que respetar la participación democrática y por tanto, es necesario contar con escenarios en los que los hombres no sean los protagonistas.

Ese es uno de los reclamos que en Funza y Mosquera varias feministas hacen en medio de estos agitados días de manifestaciones. Es cierto que han recibido apoyo del Comité del Paro de los municipios, pero esto no significa que se sientan plenamente recogidas en las exigencias que desde ese espacio se han planteado.

“En el movimiento social todavía se desdibuja la importancia y la necesidad del movimiento feminista y de cómo, históricamente, las mujeres hemos sostenido este tipo de acciones. Han sido las mujeres las que caen primero a las actividades, las que ponen la olla, las que consiguen los recursos y contactos. ¿Si los compañeros y compañeras ven que las mujeres estamos dándola toda, por qué no piensan en nuestro papel y el del feminismo desde el cual nos paramos, como una necesidad de reivindicar en la lucha?”, se pregunta una de ellas.

En la asamblea popular que se convocó en Funza el 20 de mayo, hablaron personas de múltiples sectores, la mayoría hombres. En el encuentro no se planteó una agenda de género, pero una mujer sí pasó al micrófono y, llena de valentía, levantó su voz. Dijo que no era justo que en una asamblea participativa, democrática y territorial no hubiera suficientes voces de mujeres y no se tocaran asuntos como las violencias machistas.

Mientras tanto, las feministas seguirán reuniéndose y convocando espacios, con o sin el apoyo del Comité de Paro. Tienen en mente conformar un equipo de derechos humanos feminista para mujeres. Algunas planean hacer un encuentro de bordado, en alianza con otras mujeres en diferentes ciudades de Colombia. El último fin de semana de mayo se reunirán en Medellín, Cali, Bogotá, Zipaquirá y Mosquera. El espacio se llamará ‘Desbordando al Esmad’, para hablar de la urgencia de desmontar este escuadrón y seguir denunciando los casos de violencia policial.

“Somos todas mujeres bordadoras y feministas, que pensamos en la necesidad de usar el bordado, que es nuestro oficio y saber, para poder construir y hacer parte de esta memoria y resistencia que se está dando en el marco de este movimiento”, nos explicó una de las convocantes. En la página de Instagram de Memoria Textil estarán publicando información sobre el día y puntos de encuentro de cada municipio.

La violencia policial va en aumento, pero la resistencia también

Antonia es una joven que ha participado en los plantones y actividades de Funza y Mosquera; cambiamos su nombre porque nos pidió reservar su identidad. El 5 de mayo, al final de la tarde, ella y su grupo se fueron para un punto de la movilización, que en ese momento estaba en una de las glorietas por las que se ingresa a Mosquera, desde la vía que conecta al municipio con Bogotá. No estaban haciendo mucho, hasta que cerca del lugar donde se encontraban inició una confrontación entre manifestantes y la Fuerza Pública, incluido el Ejército, según le relató a PACIFISTA!.

A ella y a sus compañeras y compañeros empezaron a agredirles. “Quién les manda estar acá protestando”, les repetían los uniformados. Según nos contó Antonia, uno de los oficiales del Ejército apuntaba con su arma de dotación hacia la cara de varios manifestantes. Se detuvo solo hasta que le dijeron que estaban grabando lo que él estaba haciendo.

La Fuerza Pública la golpeó y cogieron a patadas su bicicleta; una de las llantas resultó pinchada con varios huecos, “como si la hubieran golpeado con algo, entonces pensamos que ellos se ponen algo en los zapatos para golpear”, denunció ella. A otras personas las capturaron y las llevaron a la estación de Policía del municipio, no solo ese sino en días siguientes de manifestación.

Sobre el Esmad, Linda Cabrera, de Sisma Mujer, dijo que la corporación apoya el desmonte efectivo de este escuadrón. Argumentó que es un cuerpo armado, cuyo único canal con la sociedad es la violencia, algo que no es viable en nuestra democracia.

“El Esmad es una fuerza que tiene una política para agredir y atacar a manifestantes. La multiplicidad de casos de ataques en los ojos, por ejemplo, muestra que hay un patrón claro de su talante violento. Y es una estructura absolutamente patriarcal. Su única manifestación es a través de la violencia, de un ejercicio masculino de la violencia”, planteó.

Por su parte, para Jazmín Moreno, “el diálogo debería ser la herramienta, pero que la mayoría de casos de abuso vaya a quedar en la impunidad, no nos va a permitir ese diálogo. La policía necesita una reforma que incluya un proyecto emocional y humanizante”.

Después de ese día, Antonia no puede estar cerca de la Policía sin sentir pánico y angustia. “Como dicen, a mí me cuidan mis amigas, no la policía”, relató. Si bien su caso no está directamente relacionado con violencias basadas en género, varias feministas han denunciado este y otros hechos de abuso policial en medio de las protestas.

También insisten en que la gente va a seguir saliendo, porque no hay que dejar que gane el miedo. En Funza y Mosquera, varias personas se han organizado para cuidarse, denunciar la persecución policial e infiltrados dentro de las marchas y además, garantizar su seguridad.

“Puede que el miedo exista, pero lo convertimos en rabia. Nada nos detiene”, nos dijo Antonia. En eso coincide una de las mujeres feministas con quien hablamos, al igual que Jazmín. “No vamos a descansar hasta que haya una verdadera justicia, se desmonte el Esmad y se reforme la policía”, afirmó. Por ahora, el estallido feminista seguirá resistiendo con fuerza en los pueblos de Colombia.

Por: Laura A. Torres Martínez

Imagen: Sebastián Torres

Tomado de: www.desinformemonos.org

Last modified: 29/05/2021

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