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(Jorge) Siempre recuerdo lo que decía Facundo, el gran Facundo Cabral: “Si la enfermedad no te mata, te despierta…” Ojalá y sea así, y que lo experimentado el año 2020 nos despierte. Nos despierte por ejemplo, a reconocer el valor de los abrazos, porque ¡cuántos abrazos nos hemos perdido el año pasado!

Hablemos un poquito de ellos, de los abrazos. Y cedamos el ruedo a nuestra primera pluma invitada en la versión Luna Llena 2.0 – Hermógenes Gutierrez se llama el autor y es un querido amigo cubano que desde hace ya un par de décadas reside en ciudad de Panamá, en el barrio de Boca La Caja. Martiano hasta el tuétano, en casa lo recordamos siempre citando con puntos y comas párrafos enteros de la obra de Martí. “Cabezón” le llamaban sus amigos de chico por razones que según él mismo nos dijo, eran obvias. Y  el breve texto que gustoso accedió a compartirnos, es de una sencillez y belleza memorables.

Una reflexión desde Santiago de Cuba:

Una mañana llegué a buscar a mi abuelo negro, allá en San Vicente. Eran los años ´70 y al viejo Yayo había que llevarlo al Hospital Provincial “Saturnino Lora” a una consulta médica.

Se abrió la puerta del consultorio y el médico al ver al viejo, que pasaba de los 90, se paró de su silla y me lo quitó de los manos. Lo abrazo y lo sentó frente a él.

-- "A ver, mi abuelo - comenzó el galeno - qué haces por aquí. Yo te veo de maravillas"
-- "Nada -dijo mi abuelo. Le pedí a este Cabezón que me trajera, porque he sentido en estos días un dolor fuerte aquí en la espalda; pero con ese abrazo que me diste cuando llegamos ha desaparecido".
Hermógenes Gutierrez, en su casa de Boca La Caja

Cebaldo) …Sí pues Coqui, por aquí en Portugal igual andamos con ganas de repartir abrazos. Mientras, vamos “usando” los ojos y la voz en encuentros y saludos.  En la cultura dule  no es muy común el abrazo clásico, de apretarnos; pero mismo así ya va formando parte de los saludos. Es más la palabra, el conversar con el amigo o vecino, nuestra forma de saludar. El abrazo visual y oral.

Una vez recorriendo aldeas de mi Kuna Yala, conocí en una comunidad costera  a un señor maravilloso. Fue en Yansidiwar (Carreto), cerca de la frontera colombiana.  Y la historia que escuché de él fue fabulosa. Nació en Guebdi (Río Azúcar) a principios del siglo XX;  aldea marina que en los dramáticos años de la década de 1920 fue uno de los palcos de la violencia colonial, aquella violencia que obligó a muchos escapar de ese estado de cosas. Él, muy joven, sale de su isla amada buscando mejores lugares para vivir. Y así llega a su nueva aldea donde con el tiempo llegó a ser Sagla, Poeta Mayor, medico tradicional y maestro de generaciones.

Con la camiseta puesta y el Sagla de Yansidiwar.

Aquella vez hablamos por varias horas – ahí te mando la foto – y entre bromas y otras cosas me pidió que le diga lo que decía mi “suéter”. Y  le digo que en la lengua del país donde ahora vivo (como él… he andado muchos kilómetros, pero por otras razones), el mensaje pide un abrazo.  Él se ríe y me dice, “la próxima vez me traes uno igual”.  Nos despedimos con un abrazo, que no es común en nuestra cultura como ya dije, pero fue tan hermoso, fuerte, potente, como cargándome de energías y más memorias. ¡Y lo guardo y me acompaña siempre!

(Jorge) Decimos “abrazo” pero podriamos decir “tacto”. Así, en genérico. El tocar y ser tocado y sanar un poco: milagro cotidiano. Cuántos casos de niños, bebes, que estan por irse y el abrazo estrecho de la madre, el padre, o simplemente de otro ser humano, los devuelve a la vida. Hay ejemplos notables, destacados en los medios, como aquel de las mellizas Jackson, de Massachusets, que fuera noticia internacional en 1995 [1].

“Un buen abrazo puede ser mejor que muchos medicamentos”, me dijo Grace Solomonoff desde Boston, al compartirme el enlace.

La terapia de los abrazos es cotidiana y global, aunque no salga en la CNN. Con total seguridad debe ser práctica común en todos los otros mundos habitados, porque ¿Cómo podría existir vida consciente sin abrazos?  

“Creo que lo primero que haría al acabar la pandemia es abrazar a toda la gente que conozco”, dice una niña al puro final de un hermoso documental que desde Lima, nos envió Joaquín Leguía [2]

¿Conocieron, amables lectores, de la campaña Abrazos Gratis que inició un chico australiano el 2004 y que luego se dispersó por el mundo (como el bicho mentado, que ya ni nombrar quiero)? ¡Hay que conocer esa campaña! [3]

Aquí cerca, en Panamá, también llegó el buen contagio [4]

Es todo por esta Luna.

Muchos abrazos, claro.

[1] “The hug that helped change medicine”– en inglés

[2] “El comienzo de la vida 2: allá afuera” Luna Llena es espacio libre de avisos comerciales pero si usted tiene netflix y le interesa el tema niños–naturaleza–ciudad, no se pierda este documental

[3] Video original de la campaña

[4] Abrazos gratis, Panamá 2011

Texto: Inawinapi

Ilustración de: Ani M. Ventocilla King

Last modified: 30/03/2021

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