Aquí, agradecidos, cerramos el ciclo lunar

Written by | Panamá

(Jorge) “Ya. Es hora de un cambio.” Cuántas veces uno ha sentido este aviso, sabiendo que hay que hacerle caso… Cumplimos cuatro años publicando puntualmente Luna Llena y con Cebaldo y Ani decidimos que ya estuvo bien, que mejor llegar hasta aquí y cerrar con elegancia el ciclo.

Entonces, ésta será la última: una luna de cierre y despedida. Despedirse suele traer un tanto de dificultad, de tristeza. Por eso El Principito  recomendaba despedidas rápidas no más.

Hemos acordado escoger cada quien dos lunas de entre todas las publicadas, para a través de ellas contar de lo vivido. Y como todo ha sido creación a tres manos, donde Ani con sus ilustraciones iluminó cada entrega, hemos solicitado también su intervención.

(Cebaldo) Nos vamos a otros vuelos, entre viajes y descansos, llevando en uno lo mucho que nos enseñó estos cuatro años. Como dice la canción, “no es un adiós”, es un “hasta un día”, porque las palabras y las historias siempre nos estarán rodeando.

Son tantas crónicas y textos que nacieron en estos años, tantas como el cariño y los saludos que recibimos de amigos y cómplices, que elegir dos lunas favoritas resulta difícil, muy difícil, pero intentaremos elegirlas.

(Jorge) Entre otros, hubo dos temas básicos para nosotros que quisimos reforzar en las entregas mensuales: uno fue el afán por “re–encantar el mundo”, como reclamaba el poeta William Ospina. El otro, dar la cara por la especie, por nuestra especie.

Por ello la primera luna que escojo es la de septiembre del 2018. Esos locos chiquitos[1] fue el título que le dimos. Aquí apareció además y por vez primera, una ilustración de Ani.

Contábamos aquella vez de cuando, estando en Ustupu, la comunidad natal de Cebaldo, vimos cómo se abría el cielo y prodigaba tremendo aguacero. El resultado fue que todos los adultos corrieron a protegerse bajo techo, como si la lluvia fuera radiactiva. Mientras los niños salían alborozados en dirección contraria, a jugar bajo la lluvia.

“Ojalá alguien nos aconsejase siendo aun niños” – escribimos – “a guardar siempre en nuestro interior algo de ese niño que fuimos, para no perdernos nunca del todo, el encanto de la vida.”

“Cada niño que nace nos recuerda que el Señor sigue confiando en nosotros…”, nos escribió a Beth y a mí el poeta Héctor Collado, cuando nuestra hija nació.

Cómo negar que en estos cuatro años hemos pasado, en Latinoamérica y en el planeta entero, por tiempos particularmente duros. En realidad, seguimos en ellos. Pero hemos querido mantener la consigna: relevar el encanto que también trae la vida. Quisimos que cada mes los temas apelasen – recordasen – la armonía y la belleza como productos centrales a los que tiende la evolución. Al igual que el bien y la bondad hacia los cuales, a pesar de los pesares, también éstas conllevan.

(Cebaldo) Una luna particularmente significativa para mí fue la  primera[2]. Fue la del renacer de una amistad que venía de largos años. Y es la amistad que nos guío en este viaje  y decíamos “Pues seguir con los diálogos y las conversaciones que empezamos desde muy jóvenes, sobre las cosas que amamos, de las cosas que nos duelen, de las cosas que nos alegran. De nuestros viajes comunes, o personales, de la isla amada que nos espera, de los libros que nos encantan, de aquel poema inolvidable, del vino bebido en alegre compañía, de los otros habitantes que habitan este hermoso planeta.

Que sea una carta abierta a los amigos, a los conocidos y por conocer. Que sea sinfonía de voces entre nosotros y los demás. Y que sea la luna que nos guie, nos indique el camino.”

Con Luna Llena el circulo de amigos fue creciendo. Y siento que hemos cumplido en gran parte nuestro sueño. Y me alegro.

(Jorge) La segunda que quiero recordar es la de marzo 2020  – “Las manos”[3]. A principios de ese año mi hermana Ana Cecilia me había enviado desde Lima una fotografía de nuestros padres, muy jóvenes – quizás de novios o recién casados. Nunca la había visto y al observarla detenidamente lo que atrapó mi atención fueron sus manos.

Nos gustó tanto esta fotografía de cuando Ani preparaba la ilustración, que la escogimos para la luna…

“¿Sabes qué es lo que me atrapa más de esta foto Cebaldo?“ – te mencioné en esa oportunidad compadre – “Sus manos. Las de mi padre reposan sobre un hombro de ella, como abrazándola. Las de mi madre sobre su regazo una y sobre la rodilla de él la otra.”

“Miro largamente esas manos y observo que mis propias manos y las de mis hijos, se parecen a las de ellos. ¿No será que nuestra herencia genética de fondo, esa que nos hace caminar, percibir y reaccionar de una manera y no de otra, no se expresa tanto en el rostro, el color de los ojos o la forma de las orejas, sino en las manos?”

Escribiendo las primeras versiones de esa luna nos llegó la noticia de que el poeta Ernesto Cardenal había partido. La poesía de Cardenal siempre estuvo muy cerca de los kunas y a su recuerdo dedicamos dicha luna, que, además, ya venía con versos suyos como este:

Lo más humano del hombre son sus manos.
Los delfines son geniales, pero sin manos.

Traigo a la mesa esta luna por esa otra certeza que hemos querido mantener, fortalecer, en todo este ciclo lunar: dar la cara por nuestra especie. Y es que no puede ser que una especie biológicamente tan fascinante – de pies a cabeza, pero en particular en sus manos – esté destinada a la desgracia de autodestruirse.

Sí, somos bobos, muy bobos. Tele–creyentes fieles y dogmáticos. Nos perdemos día tras día la oportunidad de conocernos mejor y de crecer un poco. Somos cómodones: al esfuerzo redoblado lo evitamos y preferimos aburrirnos en la sima que remontar la cumbre.

Sin duda, evolucionamos destinados a algo más noble y elegante que al mal presagio de irnos al diablo (con planeta incluído). Se tratará, seguro, de colectivamente seguir cuestionando, tumbando y cambiando paradigmas que ya demostraron ser tóxicos e irracionales: activistas debemos ser. Pero aquí no aceptaremos que nuestra especie nació para perder.

Sábato nos dejó dicho en sus memorias: “Pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. […] El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer.” 

(Cebaldo) Mi segunda luna, “Canto a la semilla”,[4] es la crónica en memoria de un amigo que un día me llevó al bosque frente a nuestra isla a conocer su “jardín de alegrías”, como de la semilla

que ya era un árbol y que pronto sería un cayuco, y escribiendo y comentando con Jorge, sentí como las memorias navegan, y se siembran en tantas partes. 

“Estos pequeños seres vivos, que parece que se deshacen, que se transforman y “desaparecen” para dar paso a una nueva vida cumpliendo su tarea de reproducción. Porque cada vez que germina una semilla se cumple y se repite el fenómeno de la creación. Benditas semillas.”

Y decíamos: “Bienaventurados los pueblos que siguen conservando bosques y selvas, mares y ríos. Guardando  y cuidando semillas para que la vida continúe su ritmo y su camino”.

Y se que nuestras crónicas, textos, palabras, seguirán encontrando fecunda tierra, fecundos cuerpos donde habitar, de la misma forma, que cuatro años después son tantos los abrazos y saludos y alegrías que nos llegan de distintas partes del planeta, y habitan en nosotros.

(Ani) Para mí Luna Llena ha sido un ser parte de la conversación de dos seres que me conectan de vuelta a ser nené, a caminar descalza sobre cayucos volteados y a sabores de tierras húmedas, de cabellos salados –a veces hasta con el sabor de esos panes como baguettes pequeños con queso amarillo, de las tienditas de Ustupu.

Que cuentan
De hombres que aman
A su mamá
Es decir a su patria
Y a sus interiores y alrededores

Ilustrar para mis queridísimos ha sido como bailar a la luz de una fogata; con las pinturas que tenga, donde esté, con amor en la mente.
Siempre un honor, un gozo. Y un apuro, porque el momento solía venir cuando la Luna ya estaba bien gorda en el cielo.

(Jorge) …Tiene razón la Ani en regañarnos un poco por las demoras nuestras con el texto, que no siempre le dejaron tiempo suficiente para imaginar y plasmar con calma la ilustración.

Para cerrar, queremos expresar nuestro agradecimiento a cada una de las personas que nos han acompañado en estos cuatro años; incluyendo quienes reenviaron la luna a familiares y amigos ayudandonos así a llegar a playas recónditas.

Muchas gracias por agrandar nuestra Luna Llena guardándola en sus corazones.

[1] https://www.inawinapi.com/luna––llena/esos-locos-chiquitos

[2] https://www.inawinapi.com/luna-llena/luna-llena

[3] https://www.inawinapi.com/luna-llena/las-manos

[4] https://www.inawinapi.com/luna-llena/canto-a-la-semilla


Julio de 2022.

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Last modified: 16/08/2022

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